sábado, 11 de enero de 2014

Todo diciembre, y 10 días de enero.

2014 d.c.

Diciembre.

¿Cuál es mi pretexto? ¿Cómo fue que logré que Ana Frank quiera venir del más allá nada más para agarrarme a cachetadas guajoloteras?.
Pues muy fácil, parece que mis memorias se han convertido en mis olvidos… Voy a tratar de justificarme, ahí voy (1, 2 … 3):

Es que no he escrito porque hace mucho frío y cuando se me enfrían los pies se me atrofian las neuronas… ¿No les gustó ese pretexto?
Bueno, la verdad es que no ha pasado nada extraordinario… ¡De veras!... Bueno, solo que terminó el 2013. Lo cual en realidad no tiene nada de extraordinario. Me explico: desde que inició la época cristiana han terminado 2013 años, cada uno con sus trescientos sesenta y tantos días; y no sólo eso, ya antes habían terminado muchos otros, si no me creen, pregúntenle a los chinos, si mis cálculos no me fallan, ahora en enero ellos terminan 4711 años (hasta en eso nos ganan los chinitos).

Y así, sin comunicarme con ustedes, he navegado por más de un mes cavilando acerca de lo ordinario y lo extraordinario.

Es ordinario vivir; sin embargo es extraordinario vivir. Es ordinario nacer y es extraordinario morir (sólo se muere una vez en la vida). Extraordinaria es la salud y nada nos parece más ordinario que la salud. Ordinario es el encuentro y el adiós, tanto como ambos son extraordinarios.
Las conclusiones me confunden y me paralizan ¿me petrifican? ¿Me convertí en estatua de sal por voltear para atrás?

La vida es ordinaria y de suyo extraordinaria, aunque no necesariamente extraordinaria. Sí es, pero es necesario que sea para que sea. Tal vez porque es, no nos esforzamos para que sea y por eso no es.
Bueno, ¿Pues qué me pasa? ¿Cuál es el punto? ¿A dónde quiero llegar? ¿A dónde vas Felipe con tus ínfulas de Hamlet? ¿Qué pues?

Pues que con todo lo extraordinario que me ha pasado en 2013, siento que mi vida en vez de ser extraordinaria está estancada en lo ordinario.
Patricia me está poniendo el ejemplo, desde que se enfermó ella es una mujer mejor, definitivamente, los que la conocen no me van a dejar mentir, es más tranquila, más analítica, más estudiosa, más disciplinada, más espiritual. Su enfermedad que es extraordinaria la está afrontando de una manera extraordinaria, y con todo y lo que tener leucemia pueda significar, está viviendo una calidad de vida mejor que la mía.

Hace poco le escribí a un amigo que tiene algunos meses que no veo, y en mi correo le describí lo que había hecho desde la última vez que nos saludamos, concluyendo: “en resumen  Rodolfo (Luthe), desde la última vez que nos vimos no soy un ser humano mejor”; es decir, lo ordinario de lo ordinario, nazco, crezco me reproduzco y muero.

Pero bueno, no leen este diario por mí y mis circunstancias, sino para saber cómo está la más bonita de las hijas de mi suegra.
El 4 de diciembre del año 2013 de la era cristiana, Patricia regresó a su tratamiento con trisenox (arsénico ¿se acuerdan?), como ya les he platicado, tuvo que ir diariamente al hospital por 14 días a que le aplicaran por el catéter la mentada medicina (¿recuerdan qué es un catéter?).

Un día sí y otro no le sacan sangre, lo hacen para medir el efecto de la medicina en el organismo y constantemente le monitorean el corazón para evitar que el desenlace sea fatal. Si el doctor nota algún tipo de sufrimiento le receta un antídoto y así pasa alrededor de 6 horas diarias en el hospital. El arsénico ha resultado mucho menos agresivo que la quimio que le habían puesto al principio de la enfermedad; sólo se le hinchan los cachetes un poquito durante los 14 días, pero se le desinflan al terminar éstos. Anda peinada de casquete corto, rebajado desde la coronilla (al estilo Padre Armando), el poquillo pelo lo tiene chinito chinito, se ve muy bien. ¿Han visto el look que trae Lupita Dalecio? Pues hagan de cuenta.
Dado lo anterior, para el 18 de diciembre terminó la sesión hospitalaria, yo salí de vacaciones desde el 20. A partir del 22 de diciembre recibió estrictas órdenes médicas de “darle vuelo a la hilacha”, y así, cumplió cabalmente con la rutinaria costumbre anual de desaparecer en solo dos días nuestro frugal aguinaldo de juguetería, pensé que no lo iba a lograr pero no nos defraudó.

¡Hasta arbolito y Nacimiento!
Estuvimos todas las vacaciones apaciguados en casa, cenamos temprano el 24 de diciembre, los seis, mi suegra, Patricia, Coco, Paco, Felipón y Yomismo. Cenamos un paquete de “Los Arcos”, para seis (total del paquete fueron $2,400 pesos entregado a domicilio, “ta-bien-¿no?”), un kilogramo de langosta, otro de salmón y seis medalloncitos de carne de vaca, harta ensalada, pan, y sólo adicionamos el imprescindible vinito, blanco para las niñas tinto para los niños. Ni siquiera nos tocó lavar trastes (todavía estoy adolorido del cumpleaños de Felipe ¿se acuerdan?) (yo no). Nos dimos nuestros regalitos que nos dio el niñito Dios, no faltaron los calcetines, las camisetas, los desodorantes y los pants…

Con el canijo frío y los días cortos nos convertimos en crisálidas, nuestra casa (principalmente la cocina) fue el capullo, el calor lo obtuvimos del fogón de la estufa, de un buen chocolate chiapaneco, de unas cobijotas y sobre todo de la Sagrada Familia hospedada en nuestro Nacimiento.
Tuvimos algunas visitas que alegraron aún más nuestro espiritu navideño y dos lamentables fallecimientos que lo entristecieron. Un amigo de la RUP y el cuñado del tío Barajas, ambos michoacanos, uno muerto por manos de un criminal otro por un inesperado infarto fulminante. Ambos antes del 31. Ambos amigos. Ambos buenas personas. Ambos en el cielo más cerca de Dios intercediendo por la salud de Patricia.
Recibimos muchas muestras de cariño, algunas de ellas son testimonios de sus oraciones, las cuales atesoramos y las usamos: imágenes de la vírgen, de arcángeles y una reliquia de Monseñor Álvaro del Portillo que nos trajo el hermano de Carmen de Roma, en donde está la tumba de Don Álvaro y de San José María, desde donde nuestro amigo oró y pidió por la salud de Patricia.
 
La familia Traconis nos trajo romeritos y pierna, y a sabiendas de mis debilidades enológicas, gracias a muchos amigos, volví a llenar mi cavita de vinos que ya estaba en las últimas (¿en algún lado les comenté que una de las cosas qu aprendí de la enfermedad de Patricia es que el doctor que cura la sangre es el hematologo y no el enologo?).
Patricia ya está en su tercer rompe cabezas de mil piezas cada uno y yo para no quedarme atrás, además de andar con los tres libros que tengo comenzados para arriba y para abajo, volví a leer como lo he hecho varias veces en mi vida por estas épocas “Navidad en las Montañas” de Ignacio Manuel Altamirano. ¿A quién darle las gracias? ¿A Altamirano por escribirlo o mi maestro Sandoval de prepa por guiarme a su descubrimiento?

¡Mucho frío para escribir diarios! ¡Poca cosa que decir! Mis tres lectores de vacaciones, no me iban a extrañar.
31 de diciembre. Fuimos a cenar al AnitaLi, ya saben, el lugar MUY feo, el servicio bueno (aunque demasiado rápido considerando que llegamos a las 9:00 pm y que disponíamos de tres horas hasta la llegada del Año Nuevo), la comida que normalmente es muy buena en esta ocasión estuvo solamente buena a secas, pero la pasamos muy bien, a la comitiva del 24 de diciembre se separó mi suegra (que ya no está para esos trotes) y se unieron Pau (novia de Felipe) y Oso (novio de Coco).

¿Y la enfermita? Dijo el doctor ¡vida normal! Y allí fue donde comenzó todo el enredo que dio inicio a esta nueva conversación:
Lo normal es extraordinario.

Enero.
Coco entró al hospital a hacer su internado el día 1 de enero de 2014, yo a la oficina el 2. El domingo 5 terminaron las vacaciones de Patricia y regresó a su tratamiento. Son catorce días de cuidado, mañana cumple los primeros seis. Ayer en la noche nos visitó el Dr. Rodríguez Carrillo para decirnos (pónganse abusados) (ustedes, tres lectores, pónganse abusados) (pónganse abusados no fue lo que nos dijo el doctor), lo que dijo fue:

1.   “Estoy muy contento porque los exámenes de sangre están saliendo muy bien, continuamos en remisión molecular”

2.   Depende de cómo salgan los estudios y cómo la vea, podríamos repetir el tratamiento tres o cuatro meses más” (14 días de tratamiento con 14 de descanso)

3.   “Si la situación se mantiene como hasta ahora, al término de los tres (o cuatro) meses (sí, meses), se suspenderá el tratamiento”

4.   Después de eso se hará un monitoreo periódico y si todo sigue bien, en cinco años, termina la remisión y se da de alta
¿Qué notan de las palabras que remarqué? Yo lo resumiría de la siguiente manera:

La moneda aún está en el aire, necesitamos que continúen todos ustedes ayudándonos cargando los dados a nuestro favor con sus oraciones, con el favor de su amistad y con su cariño, que son extraordinarios.
Ahora es casi la una de la mañana, no voy a subir este texto al blog, terminaría como a las 3 de la mañana y tengo que levantarme a las 7:00 am para llevar a Patricia al hospital. Ya vino Patricia a regañarme dos veces porque no me voy a dormir (eso sí, no se le ha quitado lo regañona conmigo).

Lo subiré mañana sábado.
Treceavo reto: Un dilema ¿dormir, soñar y vivir? o ¿soñar, vivir y dormir?


Nota: No encuentro como administrar los mensajes que ustedes me envían al blog, a veces se ven y a veces no se ven, pero tampoco sé cómo responderlos cuando los veo, pero les doy mi correo privado por si quieren hacernos algún comentario o por la página de Facebook.

Mi correo privado: riosromo@gmail.com

¡Hasta luego!

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